Elinor Ostrom (1933-2012), economista política
estadounidense, dio el primer paso en su carrera académica como profesora
universitaria, en la época en la que las facultades no tenían baños para
mujeres y el mayor nivel educativo al cual podían enseñar eran las guarderías. Siempre
menciona la suerte que tuvo en conseguir la plaza en la que inicio en la
Universidad de Indiana Bloomington, después de un largo periodo en el que todas
las organizaciones a la que postulaba pensaban que quería un trabajo de
secretariado, a pesar de tener un PhD en Ciencias Políticas (Forsyth &
Johnson, pp. 2-3, 2014). Su formación teórica estuvo acompañada de los inicios
de la corriente institucionalista y su experiencia fue formada tanto por los
inicios del neoliberalismo como los finales del Estado de Bienestar. A partir
de este cambiante panorama es de donde surge la primera Premio Nobel de
economía en la historia.
Desde el inicio de su carrera, Ostrom estuvo interesada
por el carácter político del manejo económico, sobretodo la gobernanza de los
recursos a disposición de cada Estado. La coyuntura atravesada en su época
formativa logró impactar en ella a través del cercano enfoque sobre las
instituciones. Por lo tanto, utilizó el paradigma de que estas, como set de
reglas disminuían la incertidumbre y, consecuentemente, aumentaban las
actividades económicas. Además, fue parte del inicio de la aplicación análisis
“denso”, es decir, un tipo de evaluación que privilegia las interacciones
etnográficas entre los humanos y el ambiente (McCay y Jentoft, p. 88). Este
concuerda con la perspectiva post-moderna, se enfoca en las condiciones particulares
de cada caso y se halla como inseparable de la teoría de enraizamiento de Karl
Polanyi (1957). Dicha teoría, detalla como “la economía del hombre, como regla,
está imbricada en sus relaciones sociales” (Polanyi, p. 46, 1967). De esta
manera, las instituciones – el set de reglas de funcionamiento de una comunidad
– están originadas en las interacciones de todos los actores sociales,
económicos y ambientales y de forma contraria a lo esperado, dan forma a los
mercados y otras instituciones económicas. Por lo tanto, un primer gran aporte
de Elinor Ostrom se encuentra en su
investigación profunda sobre las instituciones y la forma en la que logra
resaltar el enraizamiento y sus características asociadas en cada forma de
gobernabilidad.
Este interés inicial, da pie a su aporte más
trascendental. Cuando en 1968, George Hardin publica “La Tragedia de los
Comunes”, muchos intelectuales de la época señalan diversas falencias en las
suposiciones del autor. El texto de Hardin parte de la teoría Malthusiana, la
cual señala el inminente colapso de la capacidad de carga del planeta frente al
crecimiento exponencial de la población, y el consecuente aumento de consumo
producido debido a eso. Este utiliza el ejemplo de unos pastores que acceden a
un territorio. Como seres económicos racionales, cada uno intenta aumentar sus
ganancias y añade indefinidamente a la cantidad de animales que pastan en el
mismo campo. Sin embargo, ninguno se responsabiliza por los impactos negativos
provenientes de la explotación de las tierras generada por cada animal
adicional. Por lo tanto, si todos toman la misma decisión, se agregan múltiples
animales por cada pastor, y el perjuicio al recurso se aumenta exponencialmente
(Hardin, pp. 4-5, 1968). Para Hardin, este panorama se repite cada vez que se
intenta manejar recursos de forma colectiva.
Ante estos planteamientos, Ostrom elabora su propio
modelo de gobernabilidad y publica el libro “Gobernando los comunes: la
evolución de las instituciones para la acción colectiva” en 1990, como
crítica directa a Hardin y como una concentración de sus investigaciones
previas en relación al manejo de recursos comunes. El texto pone en práctica el
concepto de individualismo metodológico, es decir, “el análisis de fenómenos
sociales a través de observar las motivaciones y acciones de los agentes
individuales” (Forsyth & Johnson, p. 3, 2014). Este concepto, se complejiza, y culmina en la
conceptualización de como las motivaciones individuales, desencadenan el
enraizamiento y en un determinado set de reglas, instituciones. De esta forma,
como un segundo aporte, utiliza las conclusiones de su primer periodo de
investigación, para modificar la perspectiva establecida en el status quo sobre
el manejo de recursos comunes, que hasta el momento, solo visibilizaba la
privatización o centralización de poder en el Estado.
Adicionalmente, Ostrom considera que, el pesimismo de las
conclusiones de Hardin se debe a que, en el tipo de organización descrita, los
recursos comunes se presentan como recursos sin verdadera gobernancia. Debido a
la forma en la que son explotados bajo ese sistema, el modelo asume que los
recursos no pertenecen a nadie. Por lo tanto, Ostrom logra abordar una de sus
mayores preocupaciones, y crea un sistema que no se adecue a los modelos
económicos, sino que dichos modelos partan directamente de la realidad (Forsyth
& Johnson, p. 4, 2014). Ella considera que para poder decidir correctamente
sobre el futuro, los agentes tienen que tener la mayor certidumbre posible y
poder medir los costos, incluyendo el ámbito socioambiental, y los beneficios.
La particularidad de este análisis indica que la valoración de los costos
depende de cada caso en particular, por lo que la gobernancia se tiene que
llevar a cabo por una institución pequeña inmersa en el sistema socioambiental
del grupo particular. De esta forma, Ostrom encuentra una tercera opción de
manejo de recursos, “una visión de comportamiento cooperativo que no depende de
volver a un Estado descentralizado” (Forsyth & Johnson, p. 6, 2014). Por lo
tanto, las reglas provienen de los mismos agentes participantes, estas no son
completamente individualistas, y tampoco suponen una imposición de normas
desencajadas de la realidad particular.
Bajo dicha conclusión, Ostrom elabora su tercer gran
aporte, por el que es reconocida. Ella toma, como punto de partida, el de “sistema
político policéntrico” – la suposición de que “los grupos deben primero intentar resolver sus problemas por sí mismos, en
lugar de acudir inmediatamente a alguna unidad gubernamental para tomar una
decisión autorizada” (McGinnis &
Walker, p. 294, 2010). Sobre la base de esta idea, amplia la misma con el
planteamiento de 8 principios de diseño para la gobernabilidad de recursos
sostenible. Los principios son los siguientes:
1. Definición clara del límite de qué es el recurso y
quiénes tienen acceso a este
2. Congruencia entre las reglas y las condiciones
sociales y ecológicas locales
3. Organización para decisiones colectivas con
participación de todos los afectados por los resultados
4. Monitoreo de usuarios y recursos
5. Sanciones graduales para quienes incumplan los
acuerdos
6. Mecanismos de resolución de problemas fáciles de
aplicar y de acceso común
7. El derecho de los propietarios de manejar los recursos
sin que el Estado de órdenes absolutas
8. Empresas anidadas, es decir, múltiples niveles de
análisis en apropiación, organización, monitoreo y resolución de conflictos (Cox
et al., p. 38, 2010).
La aplicación de todos ellos, después de estudios
empíricos, garantiza la sostenibilidad de los recursos.
Después de haber reconocido sus múltiples aportes a la
gobernabilidad, su premiación como receptora del premio Nobel de Economía es
trascendental en muchos contextos. Por un lado, es fundamental valorar la gran
acción hacia una transversalidad y enraizamiento en el aspecto económico, y el
mayor peso de los resultados empírico. Por otro lado, Elinor Ostrom se
convirtió en la primera y única mujer en ganar un Nobel de Economía, luego de
su larga trayectoria como profesora, investigadora y presidente de la
Asociación Internacional de Estudio de los Comunes (IFPRI, 2009). Compartió
este premio con Olivier Williamson, a pesar de que sus trabajos hayan sido
independientes y de temáticas no relacionadas. Sin embargo, el reconocimiento
de su trabajo individual marca un hito de reivindicación de la mujer en el
ámbito de la economía, y otorga un precedente invaluable para su ubicación como
investigadoras y profesionales de alta relevancia. Actualmente, las teorías de
Elinor Ostrom son fundamentales en el estudio de las ciencias políticas y la
economía en el manejo de recursos, y son parte de la enseñanza principal de modelos
en diversos programas universitarios.
Bibliografía:
IFPRI (2009, Octubre 14). The Significance of
Elinor Ostrom’s Nobel [Prensa]. Recuperado
de https://www.ifpri.org/blog/significance-elinor-ostrom%E2%80%99s-nobel
Cox, M., Arnold, G. & Vilamayor Tomás, S. (2010). A review of design principles for community-based
natural resource management. Ecology and Society 15(4), 38. [online] URL:
http://www.ecologyandsociety.org/vol15/iss4/art38/
Hardin, G. (1968). The Tragedy of the Commons. Science
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McGinnis, M. & Walker, J. (2010). Foundations of
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self-governance of the commons. Public Choice, 143, 293-301. DOI
10.1007/s11127-010-9626-5.
Forsyth, T.
& Johnson, C. (2014). Elinor Ostrom’s Legacy: Governing the Commons and the
Rational Choice Controversy. Development
and Change, 1-18. DOI:
10.1111/dech.12110
Polanyi, K. (2001). La gran transformación. Boston: Beacon Press.
McCay, B. & Jentoft, S. (2002). ¿Falla del mercado o de la comunidad?: Perspectivas
críticas de la investigación sobre la propiedad colectiva”. Human
Organization 57(1), 21-29.
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