Escrito por Ana Rioja
Economía, salud y COVID-19
La economía y la salud son dos aspectos fundamentales para toda persona y, consecuentemente, están muy interrelacionadas entre sí. Ahora, es pertinente preguntarse ¿Qué tan importante es la salud en la economía? ¿Tiene la economía repercusiones en la salud? ¿Qué es la Economía de la Salud o también conocida como ‘Health Economics’? Las respuestas a estas preguntas serán tratadas a lo largo del siguiente artículo. También se observará cuál es el impacto que tienen estas relaciones en la situación sanitaria actual del COVID-19
¿Cómo la salud afecta a la economía?
La salud es un componente del desarrollo económico, debido a que existe una relación visible entre el mejoramiento de la salud y la productividad económica, ya que ambos aportan a la formación y conservación del capital humano (Wolf, 1967). La historia evidencia que, en los países desarrollados, la producción per cápita ha ido en aumento a un ritmo acelerado de acuerdo con el incremento de insumos de capital material y las adiciones a la fuerza de trabajo. Wolf (1967) indica que ello se debió a que se contaba con una mayor capacidad de producción de una fuerza de trabajo, cuyo crecimiento cuantitativo ha contribuido al mejoramiento de la salud, y cuya calidad se ha perfeccionado gracias a esta y a la educación.
Por lo tanto, tomando en cuenta las observaciones de Wolf en el contexto actual de COVID-19, la falta de salud ocasionada por el contagio del virus, afecta directamente la fuerza de trabajo y tiene profundas repercusiones en la economía, ocasionando la pérdida de trabajadores como unidades económicas, bien por muertes o reducción del tiempo y la capacidad de trabajo. Cabe también resaltar que la falta de aplicación de medidas preventivas adecuadas se refleja en costo económico más elevado por concepto de servicios curativos; mientras que, las medidas encaminadas a aumentar la vida activa de la fuerza de trabajo tienen un valor económico, en cuanto permiten al personal especializado y profesional, tan necesario en numerosos países en vías de desarrollo, mantener su productividad por un período más prolongado (El farmacéutico, 2021).
Para evidenciar el punto señalado en el párrafo anterior, el gráfico 1 muestra la evolución de la población en variación porcentual de los diez departamentos del Perú con mayor población. En efecto, se observa una variación negativa en la mayoría de los departamentos para el 2020, todo ello podría responder a los efectos del COVID-19.
Gráfico 1: Variación Porcentual de la Población Económicamente Activa ocupada en Perú 2019-2020
Nota: Elaboración propia.Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática - Encuesta Nacional de Hogares
A nivel nacional, hubo una reducción del 13% de la PEAO. La manera en cómo la COVID-19 pudo afectar son diversas. Por ejemplo, la suspensión perfecta de labores, la incapacidad de algunas empresas para adaptarse a la virtualidad, entre otros.
¿Cómo la economía repercute en la salud?
Por otro lado, la economía también tiene influencia en la salud. López (2017) indica que en los escenarios en los que la economía se consolida y el desempleo disminuye, la mortalidad aumenta. En 2008, un estudio retrospectivo realizado en Europa halló que con cada incremento del 1% en la tasa de desempleo, la mortalidad global disminuyó un 0,5% (López,2017). Otros estudios realizados tanto en Europa como en Estados Unidos arrojaron resultados similares. ¿A qué se debe esto?
Para explicar esta situación, nos colocamos en el contexto actual – no solo de COVID-19, sino también de contaminación ambiental-, una economía en crecimiento genera mayores ingresos, pero a costa de una mayor contaminación. El deterioro de las condiciones medioambientales ejerce un efecto indudable sobre la salud, y que con la presencia de la COVID 19 se encuentra aún más vulnerable. Según algunos investigadores, al menos dos terceras partes del incremento de mortalidad global se debe al deterioro del medio ambiente en un contexto de mayor dinamismo económico (López, 2017). Sin embargo, la situación es diferente en economías basadas primordialmente en la agricultura. En sociedades predominantemente rurales la mejora de la economía se traduce en una disminución de la mortalidad global (El farmacéutico, 2021).
Existen otros factores que contribuyen a elevar la mortalidad durante las fases de expansión económica tales como los riesgos ocupacionales, el estrés laboral, el consumo de bebidas alcohólicas y tabaco, la mayor movilidad; los cuales inciden en un aumento de la mortalidad global. Sin embargo, durante los períodos de recesión las personas llevan un estilo de vida más comedido, gastan menos, comen más sano, duermen más y sus actividades se reducen, es decir, viven de modo más saludable (El farmacéutico, 2021). Una vez alcanzado cierto nivel de ingreso, el crecimiento económico no sólo no favorece la salud, sino que comienza a perjudicarla, tal es el caso de Estados Unidos entre 1920-1940 o España de 1960-2000 (Tapia, 2011).
Evolución de la economía y la salud en EE UU, 1920-1940
Fuente: Tomado de La mejora de la salud durante las crisis económicas: un fenómeno contraintuitivo, 2011.Economía de la Salud o Health Economics
A manera de explicar esa dualidad de relaciones, la economía de la salud se preocupa por lo ya mencionado: busca mejorar el acceso y eficiencia de los servicios de salud, reduciendo costos y combatiendo las barreras técnicas, económicas, geográficas, culturales y organizacionales (ConexionESAN, 2015) con el fin de lograr un nivel óptimo de salud para el desarrollo de una economía y, a la vez, una economía que no perjudique a la salud. La economía de la salud constituye una opción muy favorable para generar nuevos enfoques en el estudio y resolución de los problemas relacionados con las necesidades de salud y los servicios. Esta disciplina provee de herramientas para la toma de decisiones y contribuye a articular las prioridades epidemiológicas con la realidad económica con el propósito de seleccionar la mejor opción para la asignación de los recursos disponibles (Galvez, 2003).
Algunos de los desafíos nacionales -y a nivel de Latinoamérica- que se presentan por la emergencia sanitaria de COVID-19 son la informalidad laboral, desigualdad y pobreza. Para ello, el informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indicó que se requiere de liderazgo y una rectoría efectiva y dinámica de los Estados, mediante políticas nacionales que integren políticas de salud, políticas económicas y políticas sociales (2020). Además, se abogaba por un aumento del gasto fiscal para controlar la pandemia y favorecer la reactivación y la reconstrucción y porque este sea más eficaz, eficiente y equitativo, de modo que el gasto público destinado a la salud alcance al menos el 6% del producto interno bruto. Así, tal como lo propone la economía de la salud, deben promoverse sistemas integrales y universales de acceso a la salud y a la protección social y debe prestarse especial atención a la igualdad de género y al aumento de la demanda de cuidados, tanto remunerados como no remunerados (CEPAL, 2020).
El informe del Instituto peruano de economía (IPE, 2021) señala que en el caso peruano, a fines de enero se ha gastado un total de US$1.705 millones en recursos contra el COVID-19 en la función salud, lo que equivale aproximadamente al 0,86% del PBI. Con ello, según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Perú registra a la fecha un gasto en salud por habitante para enfrentar la pandemia de US$51, cifra inferior a la de Chile, Brasil y Colombia (IPE, 2021). El despliegue de los recursos en el sector salud a escala nacional ha permitido, por supuesto, una mayor disponibilidad de equipamientos médicos e insumos hospitalarios. Así, el número de camas UCI para pacientes COVID-19 se incrementó en 15 veces, al pasar de un promedio de 140 durante la segunda semana de abril del 2020 a 2.062 a inicios de febrero de este año. Otras mejoras se vieron en la cantidad de ventiladores mecánicos, ya que pasó de 146 a 2.111, y en las camas de hospitalización que aumentaron de 580 a 21.013 en el mismo período. A pesar del incremento del número de camas UCI de 0,4 a 6,2 por cada cien mil habitantes, este ratio es aún menor que el promedio registrado en países de América Latina a inicios de la pandemia (IPE, 2021).
Conclusiones
En síntesis, la interacción entre la economía y la salud se puede apreciar desde dos puntos de vista. Uno de ellos es mediante el impacto que tiene el sistema de salud como condicionante del bienestar de la población, como determinante de la productividad del trabajo y en la formación de capital humano, el otro es a través de la influencia del sistema de salud en el crecimiento de la economía nacional, lo que refuerza su importancia como sector económico. Asimismo, la economía de la salud es un instrumento indispensable para la gestión sanitaria y la asignación de recursos, ya que permite orientar la toma de decisiones para buscar alternativas eficientes y racionales dentro del conjunto de actividades de los servicios y las diferentes tecnologías del sistema nacional de salud y, finalmente, cumple un rol determinante en la emergencia sanitaria que actualmente el mundo enfrenta.
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