Escrito por Belén Agurto
Edición a cargo Emily Saavedra
Educar a las niñas es más que igualdad de género. Llevar a las niñas a las aulas fortalece las mentes, abre puertas y nutre el espíritu.
La educación transforma la imaginación en realidad
Imagínese un mundo donde una niña pequeña se sienta segura al ir y volver de la escuela, ella confía en su valor y es vista como un miembro invaluable de nuestra sociedad. Sus padres la animan a seguir sus pasiones y se prioriza su crecimiento y desarrollo.
En cambio, observe la realidad: una sociedad en la que una niña pequeña percibe la pobreza, la desigualdad de género, las presiones sociales y la violencia como obstáculos para su educación. Enfrenta situaciones de presión social y en algunos casos, se le considera una carga económica que debe afrontar el matrimonio.
Imagínese un mundo en el que los sueños y las aspiraciones de esa niña sean alcanzables, educar a las niñas transforma este mundo imaginario en una realidad tangible.
¿En qué consiste la educación de las niñas?
Asegurar una buena educación para las niñas va más allá de asegurar que ellas asistan a la escuela. La buena calidad de la educación se garantiza cuando las niñas logran los siguientes objetivos: (i) aprenden y se sienten seguras mientras están en las aulas de clases; (ii) tienen las oportunidades de culminar todos los niveles de estudio; (iii) adquieren las habilidades técnicas y blandas para competir en el mercado laboral; (iv) poseen competencias socioemocionales para navegar y adaptarse a un mundo cambiante; entre otros. De esta forma, una adecuada educación de las niñas fortalece las economías y reduce las desigualdades. Además, contribuye a sociedades más estables y resilientes que brindan a todas las personas la oportunidad de desarrollar su potencial.
¿Por qué es importante educar a una niña?
En primer aspecto, todos los niños tienen derecho a aprender y recibir una educación de calidad, independientemente del sexo, lugar de residencia, raza, lengua materna, religión, identidad étnica, etc. La educación, para cualquier niño, puede abrir las puertas a un futuro más brillante, que de otro modo estaría completamente cerrado. Pero no se trata solo del futuro. Cuando las niñas tienen acceso a la educación, desarrollan el conocimiento, la confianza y las habilidades necesarias para navegar y adaptarse a un mundo en constante cambio. Por ende, las niñas comprenderán sus derechos, y tendrán mayores oportunidades de emplearse de manera satisfactoria y de alcanzar su máximo talento.
Del mismo modo, la educación no solo es una herramienta para que las niñas alcancen su potencial individual, sino que también contribuye a romper los ciclos intergeneracionales de pobreza. Cuando una niña permanece en la escuela, su futuro es más prometedor. En consecuencia, la educación permite construir un mejor nivel de vida, contribuyendo a la prosperidad de su familia y comunidad.
Asimismo, conviene especificar que, la escuela es el lugar donde los niños aprenden por primera vez a ejercer su capacidad de acción y a hacer oír su voz. Sin acceso a la educación, a las niñas se les niega un derecho humano fundamental y, con ello, la oportunidad de desarrollarse dentro de sus hogares, carreras profesionales, comunidades y países. Por ello, cuando las niñas forman parte de un sistema educativo de calidad, ellas tienen la oportunidad de dar un paso adelante y desarrollar todo su potencial de liderazgo para el desarrollo de ellas mismas y de su entorno.
El sentido económico de educar a las niñas: Capital humano
Los beneficios de invertir en la educación de las niñas son considerables, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. Una niña educada puede aumentar su capacidad de ingresos personales, así como reducir la pobreza en su comunidad. De acuerdo con el Banco Mundial (BM,1994), el rendimiento de un año de educación secundaria para una niña se correlaciona con un aumento de hasta un 25% en los salarios más adelante en su propia vida. Los efectos se transmiten de una generación a otra: las niñas que reciben una educación de calidad suelen tener menos hijos en el futuro, quiénes suelen estar más sanos y mejor educados. Asimismo, por cada año adicional de educación de la madre, el niño medio alcanza 0,32 años más de vida, mientras que, en el caso de las niñas, el beneficio es incluso ligeramente mayor.
De igual forma, un aumento en la tasa de alfabetización puede tener un efecto notable en los ingresos de las mujeres. Como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020); en Pakistán, las mujeres trabajadoras con altos niveles de alfabetización ganan un 95% más que las mujeres con escasa o nula alfabetización, mientras que el diferencial es de 33% en comparación con los hombres. Además, las mujeres instruidas están capacitadas para asumir un rol económico importante en sus familias y comunidades, y suelen reinvertir en sus familias el 90% de lo que ganan.
Invertir en la educación de las niñas también ayuda a retrasar el matrimonio y la maternidad a edades tempranas. De hecho, según nuevos datos de UNICEF (2020), se estima que, si todas las niñas recibieran educación secundaria en el África subsahariana, Asia meridional y occidental, el matrimonio infantil (de casi 2,9 millones) se reduciría en un 64%.
Efectivamente, el poder de la educación de las niñas en el crecimiento económico nacional es innegable. Según un estudio realizado en el 2010 por la UNESCO, un aumento de un punto porcentual en la educación de las mujeres eleva el producto bruto interno (PBI) promedio en 0,37% y aumenta las tasas de crecimiento anual del PIB en 0,2%.
¿Por qué las niñas no van a la escuela?
A pesar de la evidencia que muestra la importancia de la educación de las niñas para el desarrollo, las desigualdades de género en la educación persisten. Según estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), en todo el mundo hay 129 millones de niñas sin escolarizar, de las cuales 32 millones están en edad de cursar la enseñanza primaria, 30 millones en edad de cursar educación secundaria inferior y 67 millones en edad de cursar educación secundaria superior. Peor aún, en los países afectados por conflictos, las niñas tienen más del doble de probabilidades de no asistir a la escuela en comparación a las niñas que viven en países no afectados.
Son muchas las razones que explican esta brecha educativa por género. Por ejemplo, los principales obstáculos en la educación de las niñas son la pobreza, el matrimonio infantil y la violencia de género, los cuales, varían según los países y las comunidades. En algunos casos, las familias pobres suelen favorecer a los varones a la hora de invertir en educación.
Además de ello, muchas escuelas no superan los estándares mínimos de seguridad, higiene o saneamiento de las niñas. En otras escuelas, las prácticas pedagógicas no tienen en cuenta la perspectiva de género y dan lugar a diferencias por sexo en el aprendizaje y el desarrollo de habilidades.
La educación durante la COVID-19
Aunque las repercusiones educativas de la pandemia aún no se han manifestado y/o documentado en su totalidad, la pandemia está añadiendo presiones sin precedentes que se suman a los retos ya existentes. En junio de 2020, el Banco Mundial estima que los cierres relacionados con la COVID-19 pueden restar 0,6 años de escolarización a los niños de todo el mundo (una estimación que podría resultar conservadora). Las proyecciones del Banco también anticipan que otros siete millones de estudiantes de primaria y secundaria podrían abandonar los estudios como consecuencia del impacto económico del coronavirus
En los sistemas educativos más frágiles, esta interrupción de la educación de manera presencial tendrá un efecto desproporcionadamente negativo en los alumnos más vulnerables, pues son ellos los que tienen condiciones limitadas para que la continuidad del aprendizaje en el hogar sea posible. Además, la presencia de estos alumnos en el hogar puede complicar la situación económica y emocional de los padres, que deben encontrar soluciones para cuidar de ellos.
Al mismo tiempo, crece la preocupación ante la posibilidad de que estos estudiantes no vuelvan nunca a la escuela si no reciben un apoyo adecuado para lograr la reincorporación al sistema educativo. Tal situación agravaría aún más las disparidades preexistentes y amenaza con invertir los progresos realizados en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
UNICEF (2020), señala que, las disrupciones provocadas por la COVID-19 en la vida cotidiana han provocado que hasta 40 millones de niños en todo el mundo hayan perdido tiempo de enseñanza en su primer año de educación preescolar, un año fundamental. Por lo tanto, han perdido acceso a un entorno estimulante y enriquecedor, oportunidades de aprendizaje, interacción social y, en algunos casos, nutrición adecuada. Es probable que esa situación ponga en peligro su desarrollo a largo plazo, especialmente en el caso de niños de familias pobres y desfavorecidas.
Paralelamente, la UNESCO (2020) calcula que 23,8 millones de niños y jóvenes adicionales podrían abandonar la escuela o no tener acceso a ella el año que viene, a consecuencia de las repercusiones económicas de la pandemia. Es probable que el número total de niños que no retomen la educación tras los cierres de escuelas sea aún mayor. Tales cierres provocan que las niñas y mujeres jóvenes sean más vulnerables al matrimonio infantil, el embarazo precoz y la violencia de género.
En definitiva,todas esas situaciones reducen sus probabilidades de continuar con los estudios. De ahí que, el efecto de la desaceleración económica mundial y el cierre de las escuelas tiene el peligroso potencial de convertir la crisis en materia de aprendizaje en una catástrofe generacional.
Importancia de mejorar el aprendizaje de las niñas
Los niveles de aprendizaje de las niñas siguen siendo preocupantemente bajos, y se observan brechas de género en el aprendizaje, incluso entre las niñas que terminan la escuela primaria. Existen pruebas sólidas en la literatura sobre la importancia de mejorar la pedagogía para progresar en el aprendizaje de las niñas. Sin embargo, cuando se buscan soluciones innovadoras sobre cómo abordar esta problemática, surgen al menos uno de estos dos grandes obstáculos: (i) evidencia e información incompleta y/o (ii) ineficiencia de las autoridades al implementar nuevas soluciones.
Actualmente, las diferencias de género en la matrícula y los resultados de aprendizaje son un grave problema para las niñas, incluso en países con paridad de género en la tasa de matrícula. Concretamente, menos de la mitad de las mujeres graduadas de la escuela primaria pueden leer, y sólo 1 de cada 3 programas incluyen la mejora de las habilidades académicas como un objetivo.
En efecto, el 62% de los programas de educación de niñas diseñados para mejorar el aprendizaje incluyen al menos un enfoque potencialmente basado en la evidencia (por ejemplo, la formación de profesores), pero puede haber amplia variación en el diseño y la implementación de intervenciones similares. Al mismo tiempo, pocos programas incluyen los enfoques con la base empírica más sólida, incluyendo los que abordan la mala pedagogía. Por ejemplo, muy pocos programas incluyen la agrupación por competencias, la educación de recuperación o los incentivos para el profesorado.
Programas o políticas para mejorar los logros educativos de las niñas
Abordar el coste de la escolarización (por ejemplo, mediante transferencias monetarias condicionales, becas, suministro de material escolar/uniformes).
Mejorar el acceso a la escuela (por ejemplo, mediante construcción de escuelas comunitarias, transporte, acceso al aprendizaje a distancia).
Proporcionar instalaciones sanitarias en las escuelas.
Proporcionar alimentos en la escuela o raciones de alimentos para llevar a casa.
Reflexión Final
Es responsabilidad de los Gobiernos y de la comunidad internacional mantenerse fieles a los principios y llevar a cabo reformas, no sólo para devolver a las niñas el futuro prometido, sino para que todos los agentes educativos encuentren su función a fin de hacerlo realidad.
“Cuando 130 millones de niñas no pueden convertirse en ingenieras, periodistas o directoras ejecutivas (porque la educación está fuera de su alcance), nuestro mundo pierde billones de dólares que podrían fortalecer la economía mundial, la salud pública y la estabilidad”.
- Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz.
BIBLIOGRAFÍA
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). (2020a). Girls' education. Gender equality in education benefits every child. Recuperado de
https://www.unicef.org/education/girls-education
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). (2020b). Children, HIV and AIDS. How will progress be impacted by COVID-19?. Recuperado de
https://data.unicef.org/resources/children-hiv-and-aids-how-will-progress-be-impacted-by-covid-19/
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). (2020c). 40 million children miss out on early education in critical pre-school year due to COVID-19. Recuperado de
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (2010). Education Counts. Towards the Millennium Development Goals. Recuperado de https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000190214/PDF/190214eng.pdf.multi
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (2020). Informe de seguimiento de la educación en el mundo, 2020: Inclusión y educación: todos y todas sin excepción. Recuperado de
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000374817/PDF/374817spa.pdf.multi
The Economist (2020). School closures in poor countries could be devastating.
The World Bank (WB). Investing in all the People: Educating Women in Developing Countries. Recuperado de
https://documents1.worldbank.org/curated/en/492291468765047177/pdf/multi-page.pdf
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