Escrito por Samantha Guilén
Edición a cargo Fiorella Perez
El día 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En este día recordamos que las mujeres somos constantemente sometidas a violaciones de nuestros derechos. De hecho, según un estudio de la OMS, al menos 1 de cada 3 mujeres han sido agredidas física o sexualmente, por lo que no es sorpresa que cada vez más mujeres alcen su voz en protesta. En un país cuya capital es considerada una de las más peligrosas para las mujeres y donde 1 de cada 2 mujeres han sido víctimas de violencia (INEI, 2021), es importante visibilizar esta problemática que afecta a la mitad de la población.
Imagen: El País
Primero, es necesario definir qué es violencia contra la mujer. De acuerdo con las Naciones Unidas se entiende como violencia contra la mujer a “todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer”. Es así que la violencia puede tomar diferentes formas.
Por un lado, la violencia doméstica se desarrolla en el hogar o entre la familia, en donde hay una relación cercana entre la víctima y el victimario. Este tipo de violencia incluye a la violencia económica, en donde se busca que la mujer sea financieramente dependiente de su agresor, por ejemplo, prohibiéndole trabajar. Asimismo, la violencia psicológica y emocional incluyen intimidación, amenazas y destrucción del autoestima de una persona. Esto puede desembocar en la violencia física, la cual incluye agresiones que causan daño físico a la mujer, o en violencia sexual, en donde la mujer es obligada a participar de actos sexuales.
Por otro lado, la violencia contra la mujer también se puede presentar de manera comunitaria. Es decir, no únicamente en el seno del hogar, sino que a nivel de sociedad. En este tipo de violencia colectiva o comunitaria, se encuentra de nuevo la violencia sexual, que puede presentarse en forma de acoso callejero o incluso de violación. Además, las mujeres son constantemente sometidas a discriminación basada en su sexo y género. Esto se evidencia en las diferentes brechas que muestran que las mujeres están en desventaja en diferentes contextos.
Figura 1: Clasificación de la violencia contra la mujer
La perspectiva en Perú
El Perú no es ajeno a la violencia contra la mujer. De hecho, según la Endes, al menos 5 de cada 10 mujeres reportan haber sido víctimas alguna vez de violencia de género. Inclusive, el 8,8% señala haber sido agredida en los últimos 12 meses por su pareja. Cabe resaltar que el tipo de violencia más usual es en forma psicológica o verbal, seguida por la violencia física y sexual. Sin embargo, es importante notar que la incidencia de la violencia ha ido disminuyendo a lo largo de los años.
Figura 2: Prevalencia de la violencia contra la mujer
Figura 3: Tipos de violencia contra la mujer
En el 2020, se reportaron 131 casos de feminicidio y 330 tentativas de feminicidio, en donde, en la mayoría de los casos, se presume que el autor del crimen es la pareja o expareja de la víctima. Además, en el mismo año se reportó 11 432 mujeres desaparecidas, lo cual sugiere que la gran mayoría de las personas desaparecidas son mujeres. Particularmente en el caso de las desapariciones, un informe de Amnistía Internacional (2021) pone en evidencia que las familias denunciantes enfrentan distintas dificultades al momento de presentar la denuncia. En específico, la cultura machista genera que los policías expresen prejuicios sobre la víctima, retrasando de esta manera el proceso de búsqueda.
Figura 4: Feminicidios y desapariciones de mujeres
Fuente: MIMPActitudes frente la violencia
El problema no solo recae en los actos, sino también en las actitudes que toma la población respecto a la violencia de género. Las actitudes frente a la violencia afecta no solo la respuesta de la comunidad y de las instituciones frente a un caso de violencia, sino que también influye sobre la perpetración de la violencia e incluso en cómo responde la víctima (Flood y Pease, 2009). De esta manera, por ejemplo, no es sorpresa que hombres con creencias misóginas y tradicionales sean más probables de ser agresores.
En el Perú, la ENARES 2019 da luces acerca de las posiciones de la población respecto a la violencia de género y diferentes estereotipos. Así, se encontró que el 27,2% de los peruanos cree que si una mujer falta el respeto a su pareja, merece algún castigo. Inclusive una gran parte piensa que las mujeres que se visten provocativamente buscan ser acosadas (31,1%), y que una mujer debe siempre estar dispuesta a tener relaciones sexuales con su pareja (26,0%). Estas cifras son preocupantes, ya que como se mencionó, las creencias influyen en las actitudes de la mujer como víctima. Por ejemplo, aquellas que creen que la violencia puede ser justificada son más probables a culparse a sí mismas, sufriendo un trauma mayor, y también son menos probables a reportar el caso a las autoridades (Flood y Pease, 2009).
Efectos perniciosos de la violencia
La violencia sin duda alguna tiene consecuencias perniciosas sobre sus víctimas. Además de los efectos físicos inmediatos, ser víctima de violencia trae otros efectos psicológicos. Por ejemplo, las víctimas reportan estrés postraumático, depresión y baja autoestima, lo cual puede desencadenar en incluso tentativas de suicidio. Asimismo, son más propensas a faltar al trabajo, sea a causa de las lesiones o por presión de su agresor. Estos efectos son particularmente relevantes cuando la violencia por parte de la pareja tiene patrones controladores y es persistente (Johnson y Leone, 2005). Inclusive, estudios han encontrado que los hijos de las mujeres violentadas también se ven afectados significativamente, por ejemplo, en la escuela (Alcázar y Ocampo, 2016). Por ello, es importante que esta problemática sea abordada y tratada, con el fin de preservar el bienestar de las presentes y futuras generaciones.
Las medidas adoptadas
En el marco del Plan Nacional Contra la Violencia de Género, el gobierno ha decidido implementar distintas medidas para afrontar la violencia contra las mujeres. A continuación, se presentarán algunos de los canales que ha implementado el estado con dicho fin.
Es un servicio telefónico del MIMP que atiende casos de violencia contra las mujeres u otros integrantes de la familia. Es un servicio completamente gratuito que funciona las 24 horas del día y brinda información, orientación, consejería y soporte emocional a las víctimas de violencia sexual o familiar.
En el 2020, la Línea 100 recibió 235 791 llamadas, lo que implica que en el marco de la pandemia, se duplicaron las atenciones. Particularmente, es de resaltar el aumento de casos de violencia psicológica, y entre los menores de edad. Así, por ejemplo, las llamadas para niños entre 6 y 11 años pasaron de ser 174 a 23081 durante la pandemia.
Cuadro 1: Atenciones por la línea 100
Servicios de atención urgente (SAU)
Los SAU son un “servicio público, especializado e interdisciplinario que brinda atención inmediata y en el lugar donde se encuentra la persona afectada o donde ocurrieron los hechos de violencia contra las mujeres, los integrantes del grupo familiar y violencia sexual, especialmente las que se encuentran en situación de riesgo moderado o severo para realizar acciones orientadas al cese de los hechos de violencia”. Cabe resaltar que entre el 2016 y el 2020, los SAU han atendido 26 208 casos.
Figura 5: Casos atendidos por los Servicios de Atención Urgente
Centros Emergencia Mujer (CEM)
De acuerdo al Observatorio Nacional de Violencia, los CEM son “servicios públicos especializados y gratuitos, de atención integral y multidisciplinaria, para víctimas de violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar, en los cuales se brinda orientación legal, defensa judicial y consejería psicológica”. El Ministerio de la Mujer (MIMP), cuenta con 3 servicios: comisarías, regulares – gestionados con municipalidades – y en hospitales.
Actualmente, existen 351 CEM que operan a nivel nacional. Asimismo, los CEM atendieron 181 885 casos a nivel nacional en el 2019, la mayoría tratándose de mujeres. Las atenciones se concentran en casos de violencia psicológica (49,6%) y física (39,9%). Por rango de edad, los CEM atienden en mayor parte a personas entre 18 y 59 años (63,4%).
Figura 6: Atenciones de CEM según tipo de violencia y rango de edad. 2019.
Conclusiones y recomendaciones
El Día Internacional de la Violencia Contra la Mujer es un día que nos sirve para recordar cómo hemos avanzado y cuánto falta por mejorar en materia de género.
En el Perú, la prevalencia de todos los tipos de violencia contra la mujer ha ido disminuyendo conforme el paso de los años. Mientras que en el 2010, 75,8% de las mujeres señalaron haber experimentado algún tipo de violencia, en el 2020, este porcentaje se redujo a 54,8%.
No obstante, la mejora en este indicador es opacada por las actitudes machistas todavía prevalentes entre los peruanos. Así, no se puede ignorar que una gran parte de los peruanos cree que la forma de vestir de una mujer influye en si debe o no ser acosada, o que las mujeres siempre deben estar “dispuestas” para su pareja, como se observó anteriormente en las cifras de las encuestas. Esto especialmente considerando que las actitudes de la comunidad afectan la respuesta que pueda tener una mujer si es víctima de violencia.
Afortunadamente, las políticas públicas no se han quedado atrás. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ha implementado una serie de herramientas para responder a los casos de violencia contra la mujer. Entre ellos, destacan la Línea 100, los Servicios de Atención Urgente y los Centro de Emergencia Mujer, los cuales cada vez atienden más número de casos para violencia física, psicológica y sexual, y para diferentes grupos etarios.
En materia de políticas públicas, es necesario fortalecer los canales anteriormente citados. Por ejemplo, capacitando al personal encargado, así como a personal de comisarías y centros de salud, para que así sean idóneos al momento de proceder frente a un caso de violencia de género. Sin embargo, un punto común entre las herramientas mencionadas es que son más de carácter reactivo que preventivo. Por ello, se debería buscar complementarlas con políticas de índole ex ante, por ejemplo, en materia educativa. De esta manera, los niños y adolescentes no solo podrían tomar actitudes más positivas en materia de género, sino que también podrían ser capaces de reconocer conductas violentas y denunciarlas. Ello, junto políticas basadas en evidencia, idealmente llevaría a un Perú en donde las mujeres valemos lo mismo y somos igualmente respetadas que los hombres.
Referencias
Alcazar, L., & Ocampo, D. (2016). Consecuencias de la violencia doméstica contra la mujer en el progreso escolar de los niños y niñas del Perú. GRADE.
Amnistía Internacional. (2021). Perú: Las mujeres que nos faltan.
Flood, M., & Pease, B. (2009). Factors Influencing Attitudes to Violence Against Women. Trauma, Violence, & Abuse, 10(2), 125–142. doi:10.1177/1524838009334131
Johnson, M. P., & Leone, J. M. (2005). The Differential Effects of Intimate Terrorism and Situational Couple Violence. Journal of Family Issues, 26(3), 322–349. doi:10.1177/0192513x04270345
Krantz, G. (2005). Violence against women. Journal of Epidemiology & Community Health, 59(10), 818–821. doi:10.1136/jech.2004.022756
ONU Mujeres. (s.f.). Preguntas frecuentes: Tipos de violencia contra las mujeres y las niñas. Obtenido de https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/faqs/types-of-violence
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