Escrito por Samantha Guillen
Edición a cargo de Fiorella Perez
El 17 de diciembre se conmemora el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras sexuales, buscando visibilizar los problemas de discriminación y violencia que enfrentan las trabajadoras sexuales. La ONU (2012) identifica que son diferentes los contextos en los que las trabajadoras sexuales pueden verse vulneradas, sea en el lugar del trabajo por sus jefes o sus clientes, o incluso por sus familias y la comunidad, al ser estigmatizadas. Así, no solo sufren agresiones y hostigamiento, sino que a veces también se les niega el acceso a servicios de salud y vivienda (Amnistía Internacional, 2015).
En el Perú, la prostitución no es considerada como un delito. De hecho, existen burdeles formales que cumplen con regulaciones municipales y estatales por parte del Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Salud. No obstante, contradictoriamente las trabajadoras sexuales no cuentan con derechos ni beneficios laborales. Esta falta de leyes expone a la trabajadora sexual a situaciones de precariedad y vulnerabilidad (Redtrasex, 2014). Por ejemplo, frente a la pandemia, muchas trabajadoras anteriormente formales, se vieron forzadas a salir a las calles a trabajar, dado que los burdeles formales estaban cerrados por la pandemia.
Tal es el caso de Leída, quien comenta “tenemos casos extremos de mujeres que trabajaban en los burdeles y prostíbulos. Ahora están cerrados, ¿qué hacen ellas? ¿cómo pueden mantener a su familia?”. Además, señala que, durante la primera cuarentena, la policía las llevaba presas y les ponía infracciones por infringir el confinamiento. De esta manera, no solo se han visto afectadas económicamente, sino que también se han visto expuestas frente a la policía y al coronavirus (France 24, 2020).
A pesar de no ser ilegal, la prostitución se presta para las redes de trata de personas. En el 2018, la mayoría de denuncias por trata de personas se relacionaba a explotación sexual. Esta situación se agrava en ciudades con menor presencia estatal. En Madre de Dios, por ejemplo, la minería ilegal trae consigo la explotación sexual de muchas personas. En 2012, se estimaba que 4500 personas estaban siendo explotadas con fines sexuales, e incluso el 78% era menor de edad (SPDA, 2015). Las modalidades incluso se han adaptado a la virtualidad, publicitando empleos a través de las redes u otros portales de empleo, en donde prometen buenos sueldos a pesar de pedir poca experiencia. A Lina, por ejemplo, le prometieron pagarle el traslado y alojamiento a Madre de Dios. Sin embargo, en el camino le quitaron sus documentos, y luego la obligaron a prostituirse. Lina tuvo la suerte de lograr escapar, pero lamentablemente ese no es el caso de todas las víctimas.
La prostitución como un “mercado repugnante”
Para entender mejor por qué la prostitución genera tanta aversión, y por ende violencia y discriminación, de parte de la comunidad, usaremos el concepto de mercados repugnantes (repugnant markets) del Premio Nobel Alvin Roth.
Según Roth (2014), una transacción es repugnante “si algunas personas quisieran participar en ella, y otras no creen que podrían hacerlo”. Inclusive, el dinero da una connotación negativa a estas transacciones dado que este (i) objetiviza, (ii) puede favorecer la explotación y actividades coercivas y (iii) puede llevar a la sociedad hacia actividades verdaderamente repugnantes. Inclusive, la definición de repugnante varía en el tiempo. En el siglo XIX, por ejemplo, la esclavitud era completamente aceptable; sin embargo, ahora lo vemos como algo abominable.
Al mencionar todo ello, es inevitable notar que la prostitución cae bajo la definición de mercado repugnante que plantea Roth. Es repugnante dado que algunos agentes sí quieren desarrollarse en esta actividad (los trabajadores sexuales, consumidores, proxenetas, etc), mas varios se oponen a esto. Prueba de ello es que la prostitución es limitada en varios países, incluyendo en el Perú.
El dinero en este caso también aporta una connotación negativa. En primer lugar, cabe notar que la prostitución usualmente es ejercida por mujeres y comprada por hombres, lo cual se relaciona con la objetivización de la mujer. Al comprar estos servicios, no se ve a la mujer como un ser humano, sino solo como un objeto, y quien pague por ello puede hacer lo que quiera con esto. Esta también es una razón detrás de la alta criminalidad relacionada a la prostitución.
En segundo lugar, el dinero puede generar incentivos incorrectos, generando que se coerza a una persona a actividades que normalmente no haría. Esto se ve, por ejemplo, en la trata y explotación sexual de la que son víctimas muchas mujeres (y hombres). Asimismo, de por sí el trabajo sexual está bastante sujeto a violencia, incluyendo violaciones y agresiones sexuales.
Finalmente, Roth señala que transacciones como la prostitución pueden llevar a la sociedad a caer en otras transacciones genuinamente repugnantes. En este caso, por ejemplo, legalizar la prostitución podría generar incentivos incorrectos para sumarse a esta actividad, siendo más vulnerables las mujeres en condición de pobreza.
Regulación
La prostitución es una actividad sujeta a distintos tipos de regulación. En algunos países, el trabajo sexual es criminalizado para todas las partes, buscando desincentivar tanto la demanda como la oferta. Las sanciones legales parten de la idea que la prostitución es inmoral. No obstante, usualmente esta posición favorece el crimen organizado y pone en situación de vulnerabilidad a los clientes y las trabajadoras sexuales.
Otro modelo de regulación consiste en criminalizar la demanda (clientes y proxenetas). En Noruega, Francia, Islandia y Suecia por ejemplo se ha prohibido pagar por sexo. La idea detrás de este modelo es que “la prostitución es un tipo de violencia contra las mujeres y una muestra de desigualdad de género” (El País, 2016). La prostitución se relaciona con la violencia, marginación, desigualdad económica en el marco de una sociedad patriarcal (Ayuntamiento de Sevilla, s.f). En Suecia, la medida trajo consigo una reducción sustancial de la compra de servicios sexuales, y menor interés en la actividad.
Adicionalmente, otros sistemas han adoptado la legalización acompañada de regulación específica, por ejemplo destinando zonas específicas para el desarrollo de la actividad. Este es el caso de los Países Bajos, donde la prostitución fue legalizada en el 2000, y se crearon los Barrios Rojos para ello.
Como se mencionó anteriormente, la prostitución es legal en el Perú, mas el proxenetismo no. Sin embargo, esto no es suficiente, puesto que como se ha discutido las trabajadoras sexuales están expuestas a diversos tipos de violencia. Entonces, es necesario un mayor involucramiento del Estado en el bienestar de esta población.
La ONU (2012) recomienda que todos los países deben trabajar en descriminalizar el trabajo sexual, y deben establecer leyes antidiscriminatorias que garanticen los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, como por ejemplo, el acceso a servicios sociales, sanitarios y financieros. Asimismo, específicamente respecto a su derecho a la salud, estos servicios deben estar disponibles para esta población desde un punto de vista no estigmatizado y no discriminatorio.
Amnistía Internacional señala de igual manera que las trabajadoras sexuales deben estar protegidas de daño, explotación y coerción, con leyes que garanticen su acceso a salud, educación y empleo. Esto se basa en el hecho que la penalización del trabajo sexual hace que los trabajadores estén menos seguros, al dificultar su protección y facilitar la impunidad de los abusos contra ellas. De esta manera, las trabajadoras y trabajadores sexuales tienen mayor acceso a la salud y pueden denunciar delitos ante las autoridades, fomentando que vivan en mayor tranquilidad.
Referencias
Amnistía Internacional. (2015). Los derechos de los trabajadores y trabajadoras sexuales son derechos humanos.
Ayuntamiento de Sevilla (s.f.) Plan de Acción Integral para promover la erradicación de la trata, la prostitución y otras formas de explotación sexual
Amnistía Internacional. (s.f.). Preguntas y respuestas: política para proteger los derechos humanos de los trabajadores y las trabajadoras sexuales.
El País. (21 de abril de 2016). Prohibido pagar por sexo en Suecia, Francia y otros seis países. El País.
France 24. (05 de junio de 2020). Trabajadoras sexuales peruanas organizan olla común para sobrevivir bajo pandemia. France 24.
ONU. (2012). Addressing Violence against Sex Workers.
Redtrasex. (2014). 10 razones para que las trabajadoras sexuales hablemos de derechos sexuales y reproductivos.
Roth, A. (2014). Repugnant Markets and Prohibited Transactions.
SPDA. (2015). Las rutas del oro ilegal. Estudios de caso en cinco países amazónicos.
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