Desafíos que enfrentan las madres trabajadoras en un contexto de creciente pobreza monetaria en el Perú

 

Escrito por Emily Oré

Edición a cargo de Jannely Stefania Chamba Veliz

En 2023, el país experimentó un preocupante aumento de la pobreza monetaria por tercer año consecutivo. Según el informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) "Perú: Evolución de la Pobreza Monetaria 2014-2023", la cifra de personas que carecen de recursos económicos suficientes para cubrir sus necesidades básicas de alimentación y otros gastos esenciales alcanzó los 9 millones 780 mil personas en el último año del reporte. Además, el estudio hace referencia a un creciente porcentaje de hogares conducidos por mujeres, muchos de ellos monoparentales, que no han sido ajenos a esta problemática.

Ante este panorama, mediante una revisión de literatura y evidencia empírica existente, en este artículo se busca explorar y evidenciar la vulnerabilidad económica asociada a la maternidad y los desafíos que enfrentan las madres trabajadoras, que comprometen su bienestar y su capacidad para desarrollarse plenamente en la economía. Entre estos desafíos se encuentran: la conciliación entre la vida laboral y familiar, la escasez de servicios de cuidado asequibles, flexibilidad y medidas laborales que no perpetúen los estereotipos de género, la inseguridad, y el agotamiento asociado al cuidado infantil.

Pobreza monetaria en los hogares conducidos por mujeres 

En 2023, según datos del INEI, la pobreza monetaria [1] en el ámbito nacional afectó al 29% de la población, lo que representó un aumento de 1.5 puntos porcentuales en comparación con el 27.5% registrado en 2022 y 5.3 puntos porcentuales respecto al 22.7% en 2014. Antes de la pandemia del COVID-19, se observaba una tendencia decreciente en los índices de pobreza; sin embargo, la crisis sanitaria revirtió esa tendencia. Desde 2021, la pobreza monetaria ha seguido una tendencia creciente, alcanzando su nivel más alto en el 2023 desde el registrado en 2020.  

En la última década, la composición de los hogares peruanos ha experimentado cambios significativos, particularmente en lo que se refiere a la jefatura del hogar. En 2023, de acuerdo a datos del INEI, la proporción de hogares conducidos por mujeres creció 1.2 puntos porcentuales en comparación con el 36.5% en 2022 y 10 puntos porcentuales en comparación con el 27.6% en 2014. Este incremento refleja el creciente número de mujeres que asumen la responsabilidad de sostener a sus familias, siendo muchas de ellas jefas de hogares monoparentales, es decir, sin cónyuge y con hijos a su cuidado.

El aumento de hogares conducidos por mujeres ha ido acompañado de una tendencia creciente de la proporción de estos hogares tanto en la categoría de no pobreza como de pobreza. En 2023, las mujeres encabezaron 39 de cada 100 hogares no pobres y 34 de cada 100 hogares pobres, según el INEI. Si bien la mayor proporción de hogares conducidos por mujeres se encuentra en el grupo de no pobres, resulta preocupante el creciente número de hogares que, aun siendo no pobres, se encuentran en situación de vulnerabilidad, tal como se puede observar en el siguiente gráfico: 

Gráfico 1: Condición de pobreza en los hogares conducidos por mujeres (%)

Fuente: INEI 2024.Elaboración propia

En el marco de las iniciativas públicas centradas en atender grupos sociales vulnerables, como aquellos en situación de pobreza, es posible destacar el Programa Cuna Más, cuyo objetivo es mejorar el desarrollo infantil de niñas y niños en localidades en situación de pobreza y pobreza extrema en el Perú. Creado en 2012, mediante el Decreto Supremo N°003-2012-MIDIS, el programa opera bajo dos modalidades de atención: el servicio de cuidado diurno, que proporciona una atención integral a niños y niñas en salud, nutrición, protección, desarrollo de habilidades, entre otros; y el acompañamiento a familias, que busca mejorar los conocimientos y prácticas de las familias para el cuidado y aprendizaje infantil. 

Un análisis cualitativo reciente realizado en el Perú por Alcázar et al. (2024), basado en entrevistas con beneficiarios del Programa Cuna Más, destaca que los usuarios perciben un servicio de alta calidad, especialmente en lo que respecta al cuidado y la alimentación de los niños; sin embargo, el estudio también revela limitaciones tales como el horario de atención. Respecto a la cobertura del programa, en 2023, de acuerdo a ComexPerú (2024), un 21.2% de las familias en situación de pobreza y extrema pobreza accedieron al acompañamiento familiar, mientras que el servicio de cuidado diurno alcanzó solo un 23.4%. Estos hallazgos, sumado al incremento de la pobreza monetaria, subrayan la necesidad de ajustar la estrategia de implementación del programa, para mejorar el acceso y la disponibilidad del servicio en las comunidades más necesitadas.

Vulnerabilidad Económica y la Maternidad

De acuerdo a una investigación realizada por Peralta (2022), las mujeres jefas de familia se encuentran más expuestas a la pobreza debido a factores como los roles de género, que impactan en la carga demográfica y en las condiciones para su inserción en el mercado laboral, entre otros aspectos. En particular, durante la maternidad, estos factores socavan las oportunidades de las mujeres para acceder a trabajos dignos y bien remunerados. 

En Perú, las madres trabajadoras se enfrentan a significativas barreras que limitan su acceso a empleos formales y estables. De acuerdo al estudio cuantitativo de Alcázar, et al. (2024), la presencia de niños menores de 5 años, así como las labores domésticas y de cuidado de familia, reduce la probabilidad de que las mujeres consigan empleos formales y no precarios. Además, el análisis cualitativo del mismo estudio señala que la mayoría de las mujeres desempleadas dejaron de trabajar tras convertirse en madres; si bien algunas lograron emprender alguna actividad económica, la mayoría se vio limitada a empleos informales, inestables o precarios (Alcázar et al., 2024).

En ese contexto, resulta evidente que las madres enfrentan efectos negativos en sus ingresos. En un estudio realizado en el contexto de Estados Unidos, Goldin et al. (2022), concluyeron que los ingresos de las mujeres disminuyen tras el nacimiento de un hijo, principalmente debido a la reducción de las horas de trabajo, una situación que puede persistir durante al menos una década. En América Latina, el estudio de Villanueva y Lin (2020) reveló la existencia de una importante brecha salarial asociada a la maternidad en los países analizados: Argentina, Brasil, Chile, México y Perú. Este hallazgo es consistente con los resultados de un estudio de Piras y Ripani (2005), en el caso particular de Perú, al señalar que  las madres de hijos menores de 7 años enfrentan una penalidad salarial. 

La vulnerabilidad económica asociada a la maternidad, evidenciada por una mayor exposición a empleos informales y una disminución de los ingresos salariales, es un fenómeno que se manifiesta en diferentes países. Esta situación perpetúa la desigualdad de género y sitúa a las mujeres en condiciones económicas desfavorables, limitando su capacidad para alcanzar su pleno potencial. No se trata únicamente de un problema individual, sino de una barrera estructural que obstaculiza el avance hacia una sociedad más equitativa e inclusiva.

Desafíos que enfrentan las madres trabajadoras 

En esta sección, se exploran algunos de los principales desafíos que enfrentan las mujeres que, durante la maternidad, agravan su bienestar y restringen su capacidad de participación plena en la economía, lo que puede agravar su vulnerabilidad a la pobreza.

• Conciliación entre la vida laboral y familiar: Según los resultados cualitativos del estudio de  Alcázar et al. (2024), las mujeres peruanas tienden a asumir la mayor parte de las labores de cuidado, como el cuidado de los hijos y otros familiares vulnerables, así como las tareas domésticas. A pesar de su participación en el mercado laboral remunerado, estas tareas siguen recayendo desproporcionadamente sobre las mujeres, evidenciando un claro desequilibrio de género en la distribución de dichas labores. En ese contexto, la búsqueda de un equilibrio entre las responsabilidades laborales y las familiares representa un reto significativo para muchas mujeres. Al respecto, un estudio de 2016 de Gallup, Inc., y la Organización Internacional del Trabajo (2017), revela que esta conciliación representa el principal obstáculo que enfrentan las mujeres que tienen un trabajo remunerado en América Latina y el Caribe. 

• Escasez de servicios de cuidado asequibles: En un contexto donde las mujeres son las principales cuidadoras de sus hijos, los servicios públicos de guardería son importantes para reducir la exclusión laboral que genera la maternidad (Alcázar et al., 2024). No obstante, como se ha señalado anteriormente, los resultados del programa Cuna Más evidencian una cobertura limitada. Además, aunque hay opciones privadas de guarderías disponibles, estas suelen ser inasequibles para las mujeres de bajos ingresos (Alcázar et al., 2024). La falta de servicios de cuidado infantil adecuados obliga a las mujeres a buscar trabajos que se adapten a las tareas de cuidado, lo que a su vez reduce sus posibilidades de acceder a puestos más calificados y de mayor remuneración. Además, de acuerdo a Alcázar y Laszlo (2022), la ausencia de servicios de cuidado infantil accesibles y de calidad reduce la efectividad de programas destinados al empoderamiento de las mujeres. 

• Flexibilidad laboral y riesgo de perpetuar estereotipos de género: Según un estudio que analiza las diferencias de género en la disposición a pagar por tener la posibilidad de trabajar de manera remota en cinco países de América Latina (Colombia, Perú, México, Chile y Argentina), aunque tanto hombres como mujeres prefieren una combinación de trabajo en la oficina y a distancia, las mujeres suelen estar dispuestas a sacrificar una mayor parte de su salario para obtener esta flexibilidad (Diaz Escobar et al, 2024). Por otro lado, es fundamental señalar que, cuando las normas laborales otorgan flexibilidad exclusivamente a las mujeres, refuerzan el estereotipo de que ellas deben asumir la responsabilidad principal del cuidado de los hijos (Alaimo et al, 2022). En este contexto, aunque los horarios flexibles pueden resultar beneficiosos para el equilibrio entre la vida laboral y familiar, es necesario implementar medidas que no profundicen las desigualdades de género existentes.

• Inseguridad y violencia: La seguridad física es un factor importante para que las mujeres puedan acceder al trabajo y desplazarse hacia él, especialmente en el caso de trabajos por turnos o en horarios nocturnos (Gallup y OIT, 2016). En el ámbito laboral, si bien las denuncias de violencia y acoso psicológico son similares entre hombres y mujeres, los casos de violencia y acoso sexual son mayormente reportados por mujeres (Bueno, 2024). En Perú, el acoso sexual se identifica como el principal problema que enfrentan las mujeres (Ipsos, 2024). Un ambiente de trabajo hostil e inseguro para las mujeres perjudica su desempeño laboral y bienestar general. 

• Agotamiento asociado al cuidado infantil: La maternidad representa un desafío emocional significativo para las mujeres, ya sea cuando se dedican únicamente al cuidado infantil o cuando deben equilibrarlo con sus responsabilidades laborales. Las madres dedicadas exclusivamente al cuidado de sus hijos enfrentan altos niveles de estrés y agotamiento, especialmente cuando carecen de apoyo y no se distribuyen equitativamente las labores del hogar; y aquellas que regresan a un trabajo remunerado después de la licencia de maternidad también experimentan un aumento del estrés al tener que confiar el cuidado del hijo a terceros (Summers Company, 2021). Además, estas madres son más propensas al síndrome del agotamiento parental si encuentran mayor satisfacción en sus carreras que en sus responsabilidades como madres, y si están expuestas a entornos donde la presión social sostiene que la maternidad es la única fuente de realización personal para las mujeres, alimentando sentimientos como resignación (Summers Company, 2021). En este contexto, es importante abordar el apoyo necesario para equilibrar la maternidad, el trabajo y el bienestar emocional de las madres.

Reflexiones finales

Si bien el aumento en la proporción de hogares liderados por mujeres en Perú, que pasó del 28% en 2014 al 38% en 2023 según datos del INEI (2024), podría interpretarse como un avance hacia la igualdad de género, la realidad es más compleja. La vulnerabilidad económica asociada a la maternidad es un fenómeno alarmante. En el caso de Perú, esta situación tiene implicaciones graves, ya que muchas madres deben enfrentarse a una doble carga: la provisión económica y el cuidado de sus hijos. La desigualdad de género se perpetúa no solo en el hogar, sino también en el mercado laboral, donde las madres son relegadas a empleos precarios, menores salarios y/o más propensas a caer en la informalidad, conforme lo demuestra la evidencia señalada.

Las mujeres continúan enfrentando barreras específicas que afectan su bienestar y limitan su capacidad de desarrollo económico, lo que a su vez puede acentuar su vulnerabilidad a la pobreza. Uno de los principales obstáculos es la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar, lo que restringe sus oportunidades económicas. La escasez de servicios de cuidado infantil asequibles, la falta de horarios laborales flexibles y de medidas laborales con perspectiva de género, sumado a la persistente inseguridad y violencia, limitan su plena participación en el mercado laboral. Además, el agotamiento asociado al cuidado infantil es otro factor que afecta el bienestar de las madres. 

El bienestar de los hogares conducidos por mujeres no solo afecta a las mismas y sus familias, sino al desarrollo de la sociedad en su conjunto. Garantizar que las madres puedan acceder a oportunidades económicas en condiciones de igualdad es importante para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa. Abordar estos desafíos requiere un enfoque integral que involucre a toda la sociedad en diferentes ámbitos, incluyendo el trabajo, de modo que se implementen medidas efectivas que comiencen por transformar las normas culturales y sociales que perpetúan la discriminación de género. 

Ante el aumento de la pobreza monetaria por tercer año consecutivo, es importante también llevar a cabo un análisis exhaustivo de los programas sociales actualmente implementados. Al respecto, tal como se desprende de las recomendaciones de un estudio realizado por Stampini et al. (2023), se sugiere considerar desarrollar una evaluación integral del efecto del gasto social sobre la pobreza y la desigualdad, reformar los componentes de diseño e implementación de los programas para aumentar su eficiencia, y evaluar la pobreza y vulnerabilidad de la población realizando técnicas modernas de mapeo de pobreza y búsquedas activas en campo.

[1] Definida como la condición de los individuos que forman parte de hogares en los que el gasto per cápita es insuficiente para adquirir una canasta básica de necesidades alimentarias y no alimentarias (INEI, 2024).

Referencias

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