Escrito por Dulce Arleth Mijahuanga Farfán
Edición a cargo de Luz Melissa Gomez Calsina
Introducción
La inserción laboral de las mujeres debe ser de crucial interés para los gobiernos, dado sus beneficios sobre la productividad y el desarrollo económico, además de los impactos positivos generacionales sobre los hijos y el bienestar general de las familias. Si bien vemos que las brechas de género en escolarización han ido reduciéndose durante los últimos años, la brecha de género se acentúa cuando observamos las trayectorias y situaciones laborales en las que se encuentran las mujeres, principalmente luego del nacimiento del primer hijo. La carga desproporcionada de tiempo que deben emplear las mujeres en actividades de cuidado infantil puede restringir la posibilidad de dedicar más horas a actividades generadoras de ingreso, debido a que muchas veces no cuentan con alguna alternativa de soporte sobre la cual puedan apoyarse para el cuidado de sus hijos, especialmente si son pequeños o tienen necesidades especiales. Los centros de cuidado infantil se convierten entonces en una ventana de oportunidad para estas mujeres, ya que así podrían participar activamente en el mercado laboral durante las horas disponibles de estos servicios. En Perú, la cobertura pública de los centros de cuidado infantil aún es baja; sin embargo, se proyecta su incremento como respuesta a la alta demanda por parte de las familias. En ese sentido, en nuestro país, es urgente centrar la atención sobre la economía del cuidado y sus implicancias de políticas públicas, buscando disminuir las brechas sociales y de género.
La siguiente sección presenta un análisis descriptivo de la situación laboral de las mujeres en el Perú. La tercera sección del presente artículo muestra una revisión de literatura reciente sobre la relación entre cuidado infantil y los resultados laborales de las mujeres que demandan estos servicios. La cuarta sección contiene una descripción del estado de los centros de cuidado infantil en el Perú y sus desafíos.
Análisis descriptivo
En la última década, a nivel nacional, los niveles de asistencia escolar han venido aumentando sostenidamente, llegando casi a una cobertura total de asistencia escolar en los niños y adolescentes en etapa estudiantil (ver Gráficos 1 y 2). Un aspecto importante a notar en la evolución de este indicador es que la brecha de género en asistencia escolar se ha venido cerrando, teniendo algunos años donde incluso esta se ha invertido, reflejando una proporción mayor de niñas asistiendo a la escuela. Además, desde hace al menos 6 años se observa que hay más mujeres que hombres culminando la educación básica regular (ver Gráfico 3). Estos resultados son consecuencia de una serie de esfuerzos gubernamentales como garantizar la oferta educativa y la gratuidad en el acceso a la educación básica, el desarrollo de intervenciones integrales en los contextos de pobreza como las transferencias condicionadas, entre otros (Benavides, 2006). Sin embargo, para obtener rendimientos de esta inversión, se debería asegurar que más de estas mujeres graduadas acumulen niveles altos de capital humano y logren insertarse satisfactoriamente al mercado laboral formal.
Gráfico 1: Tasa bruta de asistencia escolar de niños de 6 a 11 años de edad (%)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Elaboración propia.
Gráfico 2: Tasa bruta de asistencia escolar de adolescentes de 12 a 16 años (%)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Elaboración propia.
Gráfico 3: Tasa de conclusión del nivel secundaria en grupos de edades 17-18 (%)
Fuente: Estadísticas de la Calidad Educativa (ESCALE). Elaboración propia.
Si bien la participación de las mujeres dentro de la población económicamente activa es alta, la brecha de género de este indicador se ha mantenido estable desde hace más de una década (ver Gráfico 4); además, la mayoría de mujeres se encuentra en trabajos precarios y de baja calidad: al menos desde 2010, más del 50% de mujeres pertenecientes a la PEA tiene un empleo vulnerable (ver Gráfico 5), mientras que el 22,1% de mujeres son trabajadoras familiares no remuneradas o trabajadoras domésticas, en comparación a sólo un 5,7% de hombres (MTPE, 2017).
Gráfico 4: Tasa de población económicamente activa ocupada por sexo (%)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Elaboración propia.
Gráfico 5: Tasa de empleo vulnerable por sexo (%)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Elaboración propia.
Las razones económicas para la promoción de la participación de las mujeres en el trabajo asalariado son de considerable importancia para el desarrollo del país. Según un informe de 2018 del Fondo Monetario Internacional, utilizando datos a nivel macroeconómico, sectorial y de firmas, se encontró evidencia de que las mujeres y los hombres se complementan mutuamente en el proceso productivo, creando beneficios adicionales en el crecimiento, derivado del incremento de la participación femenina en el mercado laboral. Es decir, tener más mujeres en la fuerza laboral traería mayores ganancias económicas que un incremento de igual medida en el número de hombres; en ese sentido, los hombres y las mujeres no serían sustitutos perfectos y su elasticidad de sustitución en producción sería baja. Las implicancias de este resultado son significativas al encontrar que la reducción de la brecha de género en la participación laboral llevaría a un aumento de productividad que explicaría parte del potencial crecimiento del Producto Bruto Interno.
Conociendo los beneficios de la inclusión femenina en el mercado laboral, es de vital importancia el impulso de intervenciones que promuevan ello y busquen reducir la brecha de género. Para poder identificar las políticas más efectivas se debe poder reconocer el conjunto de restricciones más importantes que impiden que más mujeres cuenten con empleos generadores de ingreso. La división desproporcionada de horas de tareas domésticas y cuidado dentro del hogar hacia las mujeres siempre ha sido una barrera importante para su participación en el mercado laboral. En 2022, por ejemplo, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), un 23% de las mujeres que querían trabajar y estaban dispuestas a hacerlo, no pudieron buscar trabajo por tener que ocuparse de los quehaceres del hogar, en comparación al 3% de hombres que no pudieron buscar un empleo por la misma razón.
Los programas de cuidado de niños se presentan entonces como una solución que reduciría el tiempo destinado por las mujeres a dicha actividad, permitiéndoles la búsqueda y el acceso a empleos de mayor estabilidad.
Revisión de literatura
En general, la disponibilidad y uso de centros de cuidado tienen efectos positivos sobre la participación laboral de las madres como consecuencia de una mayor cantidad de horas disponibles que, de otra forma, hubieran sido destinadas al cuidado de niños. Además, dado que las mujeres no siempre pueden acceder a centros especializados infantiles, se ha investigado los efectos del cuidado por parte de abuelas y abuelos con resultados principalmente mixtos sobre variables laborales de las madres y de las abuelas.
Ivandic y Lassen (2023) estudian los efectos de la pérdida de trabajo con enfoque de género en Dinamarca, encontrando que la brecha de género relativa sobre los ingresos y el riesgo de desempleo es de 40% a 45% en los dos primeros años después de la pérdida del empleo. En particular, se encontró que en hogares con niños pequeños la brecha relativa aumentó hasta el 80%, y que las diferencias de género en las asignaciones de responsabilidades de niños explican la tercera parte de la brecha en el riesgo de desempleo. Un resultado similar se encontró en el estudio de Stansbury et al. (2023), quienes concluyen que, para Corea del Sur, las actividades de cuidado de niños son el factor principal que restringe la participación laboral de las mujeres. Resultados como estos sugieren que una mejora en oportunidades para balancear la relación trabajo-hogar es crucial con el fin de promover una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral.
En relación a lo anterior, Dang et al. (2022), utilizando datos panel de encuestas de hogares, encuentran que la asistencia a centros de cuidado de niños en edad pre-escolar de entre 1 a 5 años tiene fuertes efectos positivos sobre la probabilidad de que las madres pasen de ser autoempleadas en trabajos agrícolas a tener trabajos asalariados. Dado que los efectos son más significativos en mujeres con un grado educativo superior en hogares de mayor nivel socioeconómico, cabe resaltar la importancia de estudiar heterogeneidades dadas las situaciones diversas de las mujeres. Con ello en mente, se podrían desarrollar políticas públicas específicas según las necesidades de ciertos grupos de mujeres. Para el caso de Japón, Ito y Yamamoto (2021) sostienen que los centros de cuidado diversos y de alta calidad aumentan el empleo de las madres, pero solo para aquellas que cuentan con trabajos no regulares; respecto a las mujeres con trabajos regulares, se observa un aumento en las horas trabajadas. En base a este resultado resalta la importancia de tomar en cuenta las características de los centros de cuidados y sus efectos, según las diferentes situaciones laborales de las mujeres. Finalmente, Connelly et al. (2018) discuten que la reducida disponibilidad de servicios de cuidado en China ha creado déficits en las responsabilidades de cuidado, especialmente en los hogares rurales de bajos ingresos; además, ha limitado la participación laboral de las mujeres y ha contribuido a incrementar las disparidades de género en el empleo no agrícola, ingresos laborales y pensiones.
Por otra parte, se debe considerar que la posibilidad de enviar a los hijos a centros de cuidados infantiles no se encuentra disponible para los hogares de todo nivel socioeconómico, ya sea por la falta de centros cercanos a los hogares, implicando costos de transporte; la falta de centros gratuitos o la existencia de centros relativamente costosos. En ese sentido, las responsabilidades de cuidado de niños pueden recaer sobre las abuelas o abuelos. En relación a ello, para el caso de China, Yu et al. (2023) encuentran que el cuidado por parte de los abuelos, como remedio a una oferta insuficiente de servicios de guarderías públicas, ha contribuido a la reducción del abandono del trabajo de madres jóvenes, presentando efectos mayores en mujeres con un nivel educativo superior y residencia urbana. De manera similar, Li (2017) obtiene como resultado para China un aumento de la participación laboral de madres de hijos pequeños cuando recurren a la modalidad de cuidado informal por parte de las abuelas; en contraste, no se registran efectos por parte de los centros de cuidado formales. Si bien esta transferencia de responsabilidades puede mejorar resultados laborales de las madres, al mismo tiempo podría afectar negativamente a las abuelas, más aún a aquellas que se encuentran en edad de trabajar y buscan estar empleadas. Así, Backhaus y Barslund (2021) concluyen para diez países europeos que la carga de cuidado de niños afecta negativamente la tasa de empleo de abuelas de entre 55 y 64 años, existiendo un efecto particularmente pronunciado en países donde la oferta de centros de cuidado formales es baja. Similar resultado obtienen Rupert y Zanella (2018) para Estados Unidos al hallar una disminución de 30% de horas laboradas por mujeres quienes desde antes del nacimiento de sus nietos ya dedican pocas horas al ámbito laboral.
Cabe destacar que la clausura de colegios como medida de contención de contagios durante la pandemia del Covid-19 aumentó las horas de cuidado de niños dentro de los hogares, afectando desproporcionadamente a las mujeres. En ese sentido, Hanz y Rehm (2023) encuentran que, en Austria, las mujeres aumentaron las horas destinadas al cuidado de niños, siendo el grupo que registró la mayor disminución de horas laboradas durante el periodo de cierre de colegios. Asimismo, Berniell et al. (2022) estudian los impactos de la pandemia sobre el mercado laboral latinoamericano femenino, concluyendo que este evento contribuyó a profundizar las brechas de género laborales a través de canales relacionados a la desproporcionada participación en actividades de cuidados de niños realizada por las mujeres.
Centros de Cuidado Infantil en Perú
Los Programas de Atención y Educación de la Primera Infancia en Perú se organizan según las edades de los niños: para el caso de los niños de 0 a 3 años el ente responsable es el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS). Estos programas se pueden dar en dos modalidades: a) modelo basado en centro, donde el servicio se da en un centro durante cierto número de horas; y b) modelo basado en el hogar, donde se desarrollan una serie de capacitaciones y entrega de información a los padres dentro del hogar del niño (Guerrero y Demarini, 2016). Con motivo de mantener el enfoque en el tipo de servicio más relacionado a la participación laboral femenina, en la siguiente tabla se describen brevemente los programas que se encuentran vigentes y pertenecen al modelo basado en centro:
Tabla 1: Programas de cuidado infantil en centros ofrecidos por el Estado Peruano
Fuente: Guerrero y Demarini, (2016). Nota: No se ha incluido el Programa Integral de Educación Temprana (PIET) o Wawa Pukllana porque requiere la presencia de padres cuando se ofrece el servicio.
Respecto al Programa Nacional Cuna Más (PNCM), este se encuentra a cargo del MIDIS y fue creado en 2012 con el objetivo de mejorar el nivel de desarrollo cognitivo, social, físico y emocional de los niños menores de 3 años de zonas de pobreza y pobreza extrema. El Servicio de Cuidado Diurno (SCD) se focaliza en distritos que cuentan con al menos un centro poblado urbano y presentan un índice de pobreza mayor o igual al 19.1% (Rubio-Codina et al., 2016). Si bien los objetivos principales del programa se orientan a contribuir al desarrollo de los niños, estudios como el de Boyd y Rentería (2018) ofrecen primeras luces de los posibles efectos que podrían tener estos centros en materia de participación laboral femenina en el Perú, aún no siendo este un objetivo explícito del programa. Los autores encontraron un impacto de 14% sobre la probabilidad de que las madres usuarias se encuentren ocupadas, además de impactos negativos en la probabilidad de tener empleos informales.
Dado el potencial del SCD en disminuir las brechas de género en el empleo al brindarles a las madres de niños usuarios una ventana de oportunidad para involucrarse en actividades formales que generen ingreso, sería prudente pensar en la posible extensión del servicio, asegurando la calidad de estos centros. Sin embargo, la cobertura del servicio de cuidado diurno de Cuna Más aún sigue siendo baja, debido a que, en centros urbanos focalizados, para el año 2019, de una población objetivo de 969,600 niños y niñas cuya edad oscilaba entre 6 y 36 meses, solo 59,378 infantes eran atendidos por Cuna Más, representando el 6% de la población objetivo. Por otra parte, las Cunas y SET tienen una cobertura aún menor (Rousseau, 2021), siendo importante resaltar sobre estas últimas que deben contar además con la licencia de funcionamiento otorgada por la municipalidad distrital, con la autorización del MINEDU, dado que deben cumplir con una serie de características en infraestructura y personal profesional capacitado (Fernandez, 2017). Recientemente, la directora ejecutiva de Cuna Más, Lourdes Sevilla, anunció la ampliación de la cobertura del servicio para 2024, proyectando para el próximo año una atención en el Servicio de Cuidado Diurno equivalente a 67,387 niñas y niños (Radio Nacional, 14 de octubre de 2023).
Debido a la focalización del Servicio Diurno, familias en situación de pobreza o extrema pobreza que no son beneficiarias de Cuna Más, así como aquellas familias que se sitúan ligeramente por encima del umbral de pobreza, encuentran que acceder a servicios privados de cuidado infantil es económicamente imposible (Rousseau, 2021). Asimismo, las familias con suficiente poder adquisitivo podrán acceder a servicios de cuidado infantil formales o informales, como cunas de gestión privada o personal de cuidado con sueldos no regulados; mientras que las familias sin acceso a algún tipo de servicio no tendrán más opción que tomar decisiones de distribución de tiempo de cuidado de niños dentro de los miembros del hogar, siendo generalmente las mujeres quienes asumen este rol de manera desproporcionada, restringiendo severamente sus oportunidades para acceder a empleos formales.
Conclusión
La relación entre la participación laboral femenina y el cuidado infantil es de gran importancia para el desarrollo social, por ello, se deben desarrollar políticas que promuevan el balance entre el trabajo y el hogar, el establecimiento de servicios de cuidado infantil de alta calidad y accesibles, y el desmantelamiento de estereotipos sociales que obstaculicen el progreso de los caminos profesionales de las mujeres. De esta manera, se expandirá el potencial, el talento y el aporte de las mujeres, contribuyendo a la prosperidad económica y al bienestar general de las familias y comunidades.
Referencias
Acosta, E., Perticara, M., Ramos, C. (2006) Empleo femenino: Oferta laboral y cuidado infantil. Banco Interamericano de Desarrollo.
Benavides, M. (2006). Educación de las niñas: Lecciones del proceso peruano. Grupo de Análisis para el desarrollo.
Boyd, C. y Rentería, J. (2018). Economía del cuidado, desigualdades de género y participación en el mercado laboral: el caso de Cuna Más. Consorcio de Investigación Económica y Social.
Devercelli, A. y Beaton-Day, F. (2020). Better Jobs and Brighter Futures: Investing in Childcare to Build Human Capital. Washington DC. World Bank
Estadística de la calidad educativa (2023). Tasa de conclusión, secundaria, grupo de edades 17-18 (% del total). Recuperado de ESCALE.
Fernández, C. (2017) Cunas y guarderías: ¿qué las diferencia y cómo reconocer las autorizadas? El Comercio. https://shorturl.at/dqQVY
Guerrero, G., Demarini, F. (2016) Atención y educación de la primera infancia en el Perú: avances y retos pendientes. Grupo de Análisis para el Desarrollo.
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Tasa bruta de asistencia a educación primaria de la población de 6 a 11 años de edad, según ámbito geográfico, 2012-2022.
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Tasa bruta de asistencia a educación primaria de la población de 12 a 16 años de edad, según ámbito geográfico, 2012-2022.
Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) (2017). Evaluación de Impacto del Servicio de Cuidado Diurno del Programa Nacional Cuna Más - Resultados finales. Informe de evaluación. Elaborado por Gabriela Guerrero y Juan León.
Ostry, J., Álvarez, J., Espinoza, R., & Papageorgiou, C. (2018). Economic Gains from Gender Inclusion: New Mechanisms, New Evidence. IMF Staff Discussion Note.
Radio Nacional. (2023). Presupuesto 2024 asignado al programa Cuna Más permitirá ampliación de cobertura. https://shorturl.at/deM46
Rousseau, S. (2021). Universalizar las cunas para reducir las brechas sociales y de género. Proyecto Perú Debate 2021: propuestas hacia un mejor gobierno.
Rubio-Codina, M., Tomé, R., Araujo, M. (2016). Los primeros años de vida de los niños peruanos: Una fotografía sobre el bienestar y el desarrollo de los niños del Programa Nacional Cuna Más. Banco Interamericano de Desarrollo. Nota Técnica N° IDB-TN-1093.
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